Diego Ibañez – Chemo
Soy un aficionado a los juegos casi desde que tengo uso de razón y tras cambiarlos durante la adolescencia por sexo (poco), drogas (algunas) y rock & roll (mucho), a comienzos de los 2000 comencé a redescubrir el hobby. Desde entonces hasta ahora, los juegos han formado parte de mi vida, tanto a nivel de usuario como involucrado en diferentes saraos, ya sea formando parte de la organización de los primeros encuentros de protos y tipos que acabarían siendo el germen de la asociación LUDO o escribiendo el blog “Gaming with my Suegra”, que introdujo el termino “Ludicosuegril” en el diccionario lúdico y coronó a mi suegra Milagros como una musa vintage de la escena lúdica. En 2013 cambié de vida y de ciudad y abrí mi propia tienda en Castellón, a la que estaré encantado de que vengáis aprovechando las escapadas a la playa… por cierto, es Homoludicus.
Como autor, tengo el honor de ser uno de los miembros del “Club de eternos finalistas” del concurso de creación de juegos Ciutat de Granollers, quedándome cuatro veces con la miel en los labios, pero gracias al cual algunos de mis juegos despertaron el interés de las editoriales, lo que ha hecho posible que mis juegos se hayan jugado hasta en Australia, por lo que como autor, no puedo llegar mas lejos (al menos geográficamente hablando).
Banjooli Xeet, fue mi primer juego publicado en 2013 por la desaparecida Asylum y devuelto a la vida por GDM en 2018, lo que ha permitido que una nueva generación de jugadores haya descubierto las carreras rituales de avestruces de la tribu Noamomi. A la hora de diseñar el juego, siempre tuve en mente hacer algo familiar, con reglas sencillas y que pidiera revancha. Con ésta premisa y la autoimposición de poner 6 dados blancos (que se quedaron en 5) y 1 dado negro, lo que comenzó siendo una carrera de cerdos, se matamorfoseo en una predicción tribal con avestruces de por medio. Si ya has jugado al juego, gracias por hacerlo, si no lo has jugado, espero que lo hagas y si has llegado leyendo hasta aquí, te animo a que busques un huevo de Pascua presente en el recorrido (está en una curva, pero no se lo digas a nadie).